sábado, 15 de enero de 2011

La Bella y ...el guapo

El domingo antes de volver a la rutina después de las navidades, echaban en la tele la película de la Bella y la Bestia a las cuatro de la tarde. A mi no es que me entusiasme mucho la verdad, pero como mi compañera de piso quería verla, salimos del pueblo a las tres para poder llegar a nuestro pequeño y acogedor pisito de estudiantes en  Sevilla. Nuestra sorpresa fue cuando al entrar por la puerta nos dimos cuenta de que los plomillos habían saltado desde no sabemos qué día. Al darme cuenta dije “uy no hay luz” sin saber que eso traía otras consecuencias.

Justo después me vino un fuerte olor, y no era que mi compañera de piso se hubiera pasado con el Chanel  nº 5 que le habían regalado por reyes, sino que olía a comida revenía. Entonces caí en la cuenta: mis taperwares con la comida de mi madre se habían descongelado y se habían puesto malos, de la misma forma que se habían echado a perder la poca comida que dejamos en el frigorífico.

Así que la Bella y la Bestia sonaba de fondo mientras nosotras limpiábamos el frigorífico y el tanque de congelado. La bolsa de basura nueva se llenó pronto con toda la comida que tuvimos que tirar y sacamos la basura más pronto que ningún día porque no se aguantaba el pestazo.

Sin embargo, terminamos de limpiar todo justo para ver la parte más emocionante de la película, el final. Las dos nos sentamos para ver cómo la Bella le confiesa su amor a la Bestia cuando éste se está muriendo. Entonces fue cuando me llamó la atención algo que antes no lo había hecho, y eso que he visto la peli muchas veces, y es que, a pesar de que Bella le dice que lo quiere, la tía no le besa hasta que la Bestia se convierte en un apuesto mozalbete que más que un príncipe (porque que yo sepa, por lo menos aquí en Europa no he visto yo ningún príncipe guapo) parece un modelo de estos que parecen en las marquesinas de las paradas del autobús.

Yo, como con todo, tengo mi teoría, la Bella no lo quería, le había cogido cariño como cuando alguien le coge cariño a un perro, pero nada más. Ella lloraba porque se le había muerto el perro al que le había cogido cariño. Lo que pasa que este perro traía sorpresa, se convierte en un buenorro y claro, la tía se pone tontaca.  Lo que más me choca es que encima la muy gorriona te quiere hacer ver que la belleza está en el interior. ¡Qué falsa! Si de verdad pensaba eso ¿por qué no le besó antes? ¿Quizás tenía miedo de besarle y expulsar después una bola de pelo como el gato de Shrek?

Lo que le pasaba a la Bella es que era una trepa. Se encontró con un príncipe guapo, bien posisionao, y la carne que es débil… hizo el resto. Así que desde ese día, cada vez que vea una película de Disney, ya no será lo mismo. 


1 comentario:

  1. Las pelis Disney son tan falsas como aquellos que ligan en las discotecas y dicen que lo que más le gustó de la chica es su simpatía cuando en realidad lo primero que vió de ella fue ese gran escote que no dejaba ver mucho pero daba rienda suelta a la imaginación!!!De ahí la frase de que la belleza está en el interior...en el interior de lo que cubre la ropa!!!

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