Ahora, a más de 40 grados de
temperatura, me viene la inspiración y
me da por escribir, y es que el verano es lo que tiene, que da mucho juego, y
no lo digo por las juergas que me pego, porque en un pueblo donde no hay ni
sitios para salir de marcha ni siquiera un puñetero cine donde acomodarse y
disfrutar de una película, pocas fiestas se pega una.
A mí, lo que me hace escribir en
esta época del año es la publicidad. Y es que sobre todo en esta preciosa
estación del año en la que todos los cuerpos salen a relucir, la publicidad en
algunos momentos se pasa de absurda y de
¿rara?
Empecemos por un producto que
desde hace ya un tiempo me escama un poco. El Gel de higiene íntima Chilly,
pronunciado “chili”. Este producto se supone que es para la higiene y los
picores íntimos. Ahora bien, cuando yo escucho la palabra CHILI, lo primero que
se me viene a la cabeza es todo lo contrario, es más sólo de escucharla ya me
pica la garganta, escupo fuego, así que no quiero ni saber lo que puede hacer
ahí abajo.
Otra cosa rara es que al jamón
York le han quitado las estrías tal y como anuncia Jorge Fernández en el anuncio de ElPozo. ¿Cómo lo harán? La verdad, a mi
eso me lo tienen que decir, y creo que cuando digo esto hablo en nombre de
todas las mujeres que luchan todos los días a base de cremas “milagrosas” y que
curiosamente no hacen mucho por resolver nuestro pequeño problemilla.
También me hace gracia un anuncio
que hasta hace poco andaba por ahí sobre un determinado desodorante. En él,
tumbados en la playa, una pareja pelando la pava se haya (encima me sale la
vena poeta). La chica, le pregunta que qué parte de ella le gusta más. A esto,
el tío va y señala la axila. Con este anuncio yo me parto. Vamos a ver, se
supone que tienes una novia 90-60-90, con unas tetas que llegan de una punta a
otra del país y me dices que lo que más te gusta de ella es el sobaco… Ja, ja y já, eso no se lo cree ni el que tuvo la idea de hacer el anuncio.
Otra publicidad también graciosa
es la de la silk-épil. Es curioso que siempre sale una chica muy mona y súper relajada
depilándose con ella pero que curiosamente no tiene pelos. Si quieren que me
crea su efectividad, que me pongan a una tía con unos buenos peláncanos y con
cara de dolor, que es como todas estamos en nuestra casa cuando decimos “pelos
fuera”. Lo más curioso es que ahora puedes depilarte con la silk-épil debajo
del agua. No sé, ya me cuesta trabajo quitarme los pelos sin H2o de por medio,
creo que es algo de lo que puedo pasar sin problemas, no gracias.
Por último están los catálogos de
bañadores, en los que salen esas chicas tan naturales pintadas como una puerta
y peinadas de peluquería, con un mar de fondo, unos trajes de baños
espectaculares y enjoyadas como si se hubieran tirado de cabeza al joyero de su
tía en vez de a la piscina. Vamos, esos que tú los ves y dices “igualita
igualita que yo cuando voy a la piscina”, sólo que con unas pequeñas
diferencias de nada:
-
Tú
vas a la playa o a la piscina sin maquillar y prácticamente sin peinar y te
recoges el pelo con un moño estilo “nido de gaviota” y con una o dos pulseras
que le compraste a un hippie.
-
Tú
llevas el bolso petado de cosas entre las que se encuentra un cepillo, el
protector solar, una toalla (si es vieja mejor), el móvil, las llaves, las
gafas de sol que compraste en un mercadillo de la calle y una pinza de depilar
para quitar esos pelillos que la silk-épil (“ella que todos los arranca”) no ha
conseguido quitar y que solo se ven cuando sales a la luz del sol más
resplandeciente.
-
Ella, esa mujer tan natural y divina,
seguramente que cuando le entre el hambre comerá en uno de esos restaurantes
tan de moda (de los de mucho dinero y poca chica). Tú
cuando te entra el hambre acudes al bocadillo de chacina perfectamente liado en
papel de aluminio que guardas en el bolso junto con las demás cosas. Si no, en
una neverita junto con latas de refresco y los taperwares que tu madre te ha hecho con mucho cariño y de
contenidos variados, aunque los más populares en la geografía española son:
tortilla de papas, filetes empanaos arrugaos o croquetas
frías.
En Fin, viva el verano, los
cuerpos imperfectos y las comidas de las madres, que para ver a un montón de
gente de mentira y con más plástico que otra cosa cojo las barbies de mi
hermana y me pongo a jugar.